domingo, 20 de septiembre de 2009

Etica Ambiental

De los dichos a los hechos
¿Para quién juega la ciencia? ¿Para quién juega la ley? ¿Para quién juega la política?
Hago aquí referencia al corte de la ruta 136 en “Arroyo Verde” y a algunas publicaciones que buscan solo descalificarlo sin un análisis certero, a excepción de aquellos que son tendenciosos y buscan satisfacer intereses sumisos a cierto y determinado sector del poder económico global y a determinados gamonales coterráneos.
Hay quienes dicen que transitamos tiempos de confusión, que revelan tiempos de decadencia y marcan la cercanía del final, de un final más que advertido; son tiempos donde todo es válido para intentar salvar al agonizante sistema. Un sistema que necesita de un mundo de recursos imperecederos y espacios infinitos, imposible de imaginar, en un contexto de sentido común, aunque absolutamente real ante una humanidad necia para entenderlo. Por ejemplo, podríamos preguntarnos por qué no se dan cuenta aquellos, grandes hacedores de publicaciones con encuadernación de alta calidad y alto costo (ambiental claro está), que a sabiendas de estar implicados en un sistema que los hace importantes protagonistas, pero poco meritorios, hacen referencia a sistemas técnico-científicos milagrosamente rayanos a una virtuosa relación con el ambiente, reclaman la aplicación de la fría letra de la ley y exigen actitudes políticas ejemplares hacia estos “fundamentalistas ambientales”. Ellos pertenecen a un régimen de prerrogativas, sin embargo se empecinan en juzgar las prerrogativas de los demás. Es sabido que existen vecinos de Gualeguaychú en desacuerdo con el corte, como también existen vecinos de Fray Bentos que están y estuvieron en contra de la instalación de industrias pasteras y en cierta manera apoyan al corte. Es notorio también que dentro de la Asamblea existen distintas propuestas de acción y sin embargo se respeta la decisión de la mayoría, hoy: “el corte”. ¿Molesta esto a los obsecuentes del sistema? ¿Incomoda que exista autonomía y se demuestre valor o coraje para tomar ciertas determinaciones fuera de las pautadas por el sistema?
Me pregunto: -¿Este corte fue el que hizo tomar al actual gobierno de su propia medicina, dado el posterior conflicto con el campo? o existieron otros conflictos anteriores que incluyeron el corte como herramienta, ¿no fue allá por los ´90 con el caso de Tartagal-Mosconi? Digo yo:-¿no fue que los cortes comenzaron a causa de la miseria provocada por este sistema neoliberal, al que hago referencia; generalizando la desocupación, la pobreza extrema, desnutrición, muerte, migraciones internas a los bolsones de pobreza que envuelven a las grandes ciudades, huída de capitales, de ahorros y dinero de ahorristas? ¿No era en esa época en la que cada vez que se veía una 4x4 por la city, no solo marcaba la doble tracción, era indicador que 16 (o más) se habían quedado sin trabajo? ¿Acaso el Banco Mundial, el Club de Paris y el Fondo Monetario Internacional proponían, sugerían, decían, ordenaban extorsivamente, que había que ajustar, bajar sueldos, privatizar; que había de menguar la intervención del Estado a su mínima expresión? ¿Acaso no son los mismos que hoy están Estatizando la Deuda del Primer Mundo he inyectándole una dosis de más de 1 x 1012 dólares para salvar al moribundo sistema, devorador de recursos naturales? Me vuelvo a preguntar:- ¿Un corte ilegal? ¿Fue legal lo ocurrido a nuestra sociedad a principios del Siglo XXI y a lo largo de la década de los ´90? ¿Es legal nuestra deuda externa latinoamericana?
El sistema provocó, de modo a veces muy sutil y otras no tanto, muchas más víctimas que todas sus aliadas dictaduras de América Latina en aquel accionar para forjar su propio cimiento. La mayoría de los sobrevivientes, también víctimas del efecto colateral del sistema, subyacemos hoy al margen de las tomas de decisiones políticas.
Así como la sojización de la economía, nos ha convertido en “soja-dependientes”, provocando un sinfín de inconvenientes rayanos con la inmoralidad social y la obscenidad ambiental; perdemos miles de hectáreas de bosques nativos por la expansión de la frontera agrícola, aunque con “las” pasteras, propias y extrañas, ganamos miles y miles de hectáreas de bosques “artificialmente inducidos” para la producción de pasta de papel, que consumirán millones de europeos y/o chinos, al igual que esos granos de soja transgénica con la que alimentan su ganado.
La cuestión es que hay personas a favor, en contra o parcialmente de ambas lados, se discute, no se llega a ningún lugar común, el tema se diluye, pierde valor e interés público, ya nadie gana, solo el sistema, que sigue allí incólume de tanto agravio lacerante hacia sus intereses y los de sus empresas mercenarias, aunque ellos se mantienen a salvo del denuesto social, porque de alguna manera nosotros, “todos”, dependemos de ellos y la dependencia es sinónimo de sometimiento, lo cual genera cobardía, miedo al cambio. Entonces afloran los síntomas que se observan hoy día, una sociedad demandante de soluciones a problemas de fondo, que requieren acciones políticas de parte de un Estado llevado a su más mísera expresión durante la década de los ´90, que desea recuperarse, pero es desbordado, no puede afrontar tanta demanda, se encuentra estupefacto, desconcertado e incluso inoperante ante situaciones de este tipo.
Dejemos fuera, por un momento, Estatutos, jueces, asambleas y otras yerbas y hagamos historia, volvamos por un instante a una cuestión ejemplificante, creo, hasta trascendental, la del uso del recurso bosque y analicémoslo, en lo posible, desde el sentido común.
Copérnico publicó “Las revoluciones de los mundos celestes” allá por 1593, durante esa época se concebía la naturaleza como una máquina que funcionaba obedeciendo a leyes universales. Esa revolución científica llevó a cambiar la idea sobre el uso de los bosque europeos de la Edad Media y fue entonces que se pretendería conservar los bosques para el futuro, porque el hombre entendía, o llegaría a entender, el funcionamiento forestal, la aplicación de estas ideas de la revolución científica a la conservación de los bosques fue en aquel momento que se llevó a la plantación de árboles en Inglaterra con fines económicos y también a Francia a revisar la administración y las leyes forestales con objeto de poner término a la reducción de los bosques por la explotación excesiva en 1661.
Pero, lamentablemente, esa revolución científica también fue la base intelectual para la revolución industrial. Los efectos de la industrialización sobre la naturaleza suscitaron lo que se ha considerado el comienzo de un cercano fin, el de un sistema extractivo desentendido de sus externalidades. La demanda de madera y leña alimentada por la revolución industrial en Europa promovió mayores importaciones de América del Norte, y luego de regiones tropicales. Los efectos de la demanda europea de madera de los bosques de Canadá están bien documentados, como presagio de las tendencias que habrían de manifestarse en otras regiones del mundo y hoy se continúan repitiendo aquí nomás. Fue así como nos encontramos con este texto: “La riqueza que ha llegado aquí (a Nueva Brunswick) ha pasado como por un pasillo […] las principales personas dedicadas al comercio de la madera han sido forasteros que no han tenido interés alguno en hacer bien al país [...] se esquilman los bosques y la única perspectiva que queda cuando se han llevado la madera es la sombría aprensión de hundirse en la insignificancia y en la pobreza” (Lower, citado por Mather, 1990).
Desde aquella Europa que a partir de mediados del Siglo XVIII dejó a sus tierras sin una cantidad importante árboles, o sea, convirtió un recurso renovable en no-renovable, necesitó importar lo que no supo administrar.
Argentina, Siglo XIX, se topaba con una imagen de llanura y recursos supuestamente infinitos y con personajes que vaticinaron suceso desagradables:- Parecieron los bosques como el inmenso mar respecto de la corta población que teníamos [...] hemos visto a los montañeses dar por el pie a un árbol frondoso, en lo más florido de la primavera, solo por probar el filo del hacha [...] causa el mayor sentimiento ver tantos árboles muertos [...] Se presiente ya lo detestables que seremos a la generación venidera, si no se ponen activos […](Manuel Belgrano, Junio de 1810)
Continúa hoy, desde la actividad privada, una visión del papel del hombre como administrador de la naturaleza. Sepan comprender la diferencia entre actividad privada y actividad privadora, para que entendamos a que hacemos referencia. Les invito a observar desde un lugar tolerante, esto quiere decir pensar y respetar la posición de los demás, sin menospreciar el papel que le incumbe a esa parte de la sociedad, que como en el caso de los asambleísta, no son enemigos de las empresas, ya que es el empresariado, condicionado y empujado por el sistema, que ha convertido a sus industrias en fantasmas de un surrealismo atroz, que azota el sueño de una sociedad feliz, con sus gigantes e irracionales emprendimientos, con su frases grandilocuentes que enuncian: -Pan para hoy. Sumado esto al sistema imperante que ha inculcado en nuestras mentes esa frase que pregona: -“todos los efectos marginales son el costo que se debe pagar por disfrutar del desarrollo”.

¡La Justicia dice!
La Justicia es la que debe custodiar el bienestar de la sociedad, impidiendo que las industrias contaminen sus entornos y enfermen a sus hijos, esa justicia custodio del derecho a la vida dentro del bien común y no del común bien del empresariado, tendría que preguntarse el por qué de tal reacción de la gente, debiera brindar amparo ambiental contra cualquier decisión, acto, hecho u omisión de autoridad administrativa, judicial o legislativa en ejercicio de funciones administrativas; funcionario, corporación o empleado público provincial o municipal o de un particular, sea persona física o jurídica que, en forma ilegítima, lesione, restrinja, altere, impida o amenace intereses difusos o colectivos de los habitantes, en relación con la preservación, protección y conservación del medio ambiente […] como reza la ley provincial de Entre Ríos, 9032/96. ¿Debe la sociedad de aceptar, “sin peros”, lo que diga la justicia?
La sociedad, generalmente, reacciona temerosa del Estado elefantiásico del pasado y se ve traicionada, usada y hasta violada por el salvajismo del sistema hoy imperante: privatizador del entorno, profanador de su privacidad y su derecho elemental a la vida, suplicando aunque más no sea por la simple aplicación del principio precautorio. Esta sociedad que corta rutas, no le cree a nadie y menos a quienes les han mentido en lo inmediato, no creen tampoco en un Estado donde la retórica es su único modo de ser. Una sociedad que se siente sola, indefensa… se rebela.
Así como en la Francia de 1789, la sociedad se ve sin libertad, en desigualdad y por ello acude a la fraternidad social para reaccionar de tal manera, con rebeldía, ante todo y ante todos. No importa tanto lo que diga un juez, ni una corte internacional, pues ellos están cansados de las decisiones unilaterales ventajeras de un sistema globalizado y globalizante que encubre muy bien al enemigo, al que no puede distinguir ni ante sus propias narices… o sí, frente a sus propias orillas. Hoy es Botnia, mañana Ence, pasado alguna empresa de por acá, si total todo vale y se globaliza, ya nadie sabe quién es quién, ni a qué intereses responde, todo mediante un camuflaje perfecto. Hoy me porto bien y no contamino, ¿las auditorias?, todas bien… hasta que no me controlen tan seguido, total esto es Latinoamérica, controlar es caro para sus gobiernos, ya van a flaquear y allí empezarán a gozar de mejores dividendos, a costa del ambiente, de la salud, de los recursos. Generando pasivos ambientales que deberá afrontar un Estado incapaz de resolver tamaños problemas… ¿o sí?
La cosa no pasa por la sutil interpretación de la fría letra de un tratado, ni del formalismo del espíritu de la ley, simplemente pasa por saber sentir lo que siente el otro, ese al que muchas veces no se tiene en cuenta.
¿Cortar rutas implica privatizar una prerrogativa que solo posee el Estado?, me pregunto si a esta gente, no le han privatizado el futuro y embargado las ilusiones, colocando un monstruo inmenso que bebe 83 millones de litros de agua por día, algo así como 1 m3 cada segundo. Realmente asusta también por aquello que pueda vomitar y devolverle al río, más que agua límpida, ese río que por algo nunca antes poseyó planta alguna de celulosa en sus orillas, ni grandes emprendimientos con potenciales actividades contaminantes de tal magnitud. Un río de caudal cambiante y pendiente casi nula, de 3 centímetros por kilómetro, en su curso inferior, donde se localiza, hoy, Botnia. ¡Que la santa tecnología no permita un accidente!
¡La Ciencia dice!
Hablamos hoy de una Ciencia condicionada por la tecnología, que la domina y esclaviza desde hace más de un par de siglos, dando el visto bueno a la depredación. El Banco Mundial, Corporación Financiera Internacional mediante, a través de la canadiense EcoMetrix, da garantía sobre los recursos vivos y calidad del agua del Río Uruguay, ante los límites de calidad ambiental que solicita la DINAMA uruguaya. No obstante, el Banco Mundial y sus obsecuentes cofradías vienen proyectando la explotación forestal bajo financiamiento del mismo Banco. Para lograrlo se les exige que el proyecto haya sido certificado o tenga un plan para obtener la certificación. Dicha certificación debería exigir: cumplimiento con la ley, reconocimiento y respeto de los derechos de uso y tenencia de la tierra, documentados o consuetudinarios, así como de los derechos de los pueblos indígenas y trabajadores; medidas para conservar o mejorar relaciones armónicas y positivas de la comunidad y beneficios múltiples; conservación de la biodiversidad y funciones ecológicas; monitoreo y evaluación. Además, la certificación debe ser justa, transparente, independiente, basada en la evaluación de terceros, eficiente desde el punto de vista de sus costos, basada en normas de desempeño definidas a escala nacional que sean objetivas y mensurables, compatibles con principios y criterios de manejo forestal sustentable aceptados internacionalmente, elaborados con la participación genuina de la población y las comunidades locales y otros miembros de la sociedad civil, y concebidas para evitar los conflictos de intereses. Cabe recordar que en los casos en que el Banco Mundial ha realizado importantes intervenciones en el sector forestal no hay pruebas de que se hayan aplicado estos criterios.
Existen otros problemas fundamentales con este elemento de la Política sobre Bosques del Banco: - Ni la Estrategia, ni la Política son claras en absoluto sobre qué ocurre en el caso de que las compañías con certificación al momento de recibir los préstamos o garantías del Banco, dejen de cumplir con su "plan de acción" para lograr la certificación. ¿El Banco exigiría el reembolso de los préstamos o donaciones?. Veamos: -La CFI (Corporación Financiera Internacional) es el miembro del Grupo del Banco Mundial que otorga préstamos directamente al sector privado o compra acciones de empresas del sector privado que actúan en países en desarrollo. Pero la misión declarada de la CFI va más allá de ayudar a generar ganancias para las empresas del sector privado y sus accionistas. De acuerdo con su declaración de objetivos, la CFI existe para reducir la pobreza y mejorar la vida de las personas a través del desarrollo sustentable del sector privado. La Política Operacional sobre Bosques de 2002 del Banco Mundial solamente se aplica a las operaciones del Banco en el sector público, esto es, cuando el Banco hace préstamos a los gobiernos. No se aplica a la CFI ni al OMGI (Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones). Los proyectos de 2005 preparados por la CFI parecen indicar que la misma actúa en un vacío político a pesar de la naturaleza, en teoría, obligatoria de las políticas de salvaguardia, entre las que se incluye la Política Operacional sobre Bosques. Para ninguno de los proyectos de una lista que se relacionan con los bosques se exige una evaluación completa. Todos aparecen como proyectos de “Categoría B”, para los que en general se considera suficiente una “simple” evaluación documental, entre los que se destacan dentro de América Latina:
- Brazil - Aracuz Cellulose - $ 50 millones
- Chile - Sociedad Inversora Forestal S.A. - $ 6,5 millones
- Uruguay - Pulp and Paper Metsä Botnia - $ 100 millones
Debo aclarar que los proyectos de explotación forestal de "Categoría Ambiental A" incluyen un experto en certificación en un Grupo Especial Asesor, pero se ha evitado el requisito de la certificación, ya sea rebajando la categoría de proyectos forestales controvertidos a "Categoría Ambiental B", o dándole intervención al sector forestal dentro de los Créditos para Ajuste Estructural que no están sujetos a la Política sobre Bosques.
Extractado del Boletin 93 del WRM - http://www.wrm.org.uy - World Rainforest Movement - Movimiento Mundial por los Bosques-Maldonado - CP 11200 Montevideo – Uruguay - 2005-
Toda esta larga explicación (podría serlo mucho más amplia) es para ratificar que la sociedad está cansada que le mientan o quieran disfrazarle la realidad. ¿Qué se puede esperar de los resultados de una EIA hecha por quienes poseen intereses comprometidos, cuyos decisores se juegan su puesto de trabajo y detrás de ellos hacen fila otros para ocupar ese nicho laboral, dentro de un sistema perverso?
Los editoriales se hacen de informes que permiten manifestar ciertos resultados. Es así que se utilizan estudios científicos subjetivos, que hablan en favor de emprendimientos y desde los sectores que justamente poseen el capital y hacen referencia a las “bondades” tecnológicas de nuevos sistemas de minimización de impactos al ambiente por parte de la industria pastera.
Como se lee anteriormente, hago mención a los bosques, ya que estos son el sustento de la, o en un futuro cercano, las plantas de celulosa. Primero necesitan árboles, específicamente, Eucaliptus grandis y Eucaliptus dunnii dada su aptitud para la elaboración de la pasta de papel y su rápido crecimiento. Generalmente estas plantaciones de eucaliptos permiten cargar unos 1.100 árboles por hectárea, según fuentes fidedignas dos fábricas de celulosa, necesitarían unas 208.000 hectáreas de eucalipto para abastecerse sin inconvenientes. Cada eucalipto consume en promedio unos 30 litros de agua por día, estamos hablando de una demanda hídrica 6.864 millones de litros/día de agua del subsuelo, sumados a los ya mencionados 83 millones de litros/día necesarios del recurso río para la etapa de procesamiento. Refiriéndome al uso del agua subterránea, podemos sumarle la manera en que se afecta la disponibilidad, de la misma, aparte de otros perjuicios a productores agropecuarios de la zona. El desplazamiento de otras actividades más acordes como la ganadería, cuyo impacto en agrotóxicos es mínimo. Mientras que la forestación ha implicado el empleo masivo de organoclorados, hormiguicidas muy contaminantes y persistentes, también de herbicidas como el Round Up. Todos estos productos químicos terminan, tarde o temprano, en los cuerpos de agua, degradando los recursos hídricos en regiones otrora libres de contaminación. Uruguay tiene la fortuna de contar con abundantes recursos hídricos, que en su mayoría aún se encuentran en buenas condiciones de calidad. Conservar esta riqueza es responsabilidad de todos. Destruirla también lo es.
Extractado del Comunicado de prensa Grupo Guayubira, por el “Día Internacional del Agua”
Maldonado - Montevideo - Uruguay - 22 de marzo de 2006
Deseo aclarar que esta manifestación es realizada desde una visión regional e incluye la actividad celulosa en general, aunque a esta zona en particular. Lo que no exime a las mismas actividades dentro del territorio argentino, cuyas condiciones son reconocidamente deficientes en casi todas las pasteras, aunque juntas apenas se acercan a lo que es Botnia.
¡La Política dice!
Estar condicionado, como la ciencia o la ley pasa por decisiones políticas locales restringidas a disposiciones macropolíticas globales del sistema. Estas cuestiones que pueden y de hecho han generado un conflicto internacional de alto voltaje, no es ni más ni menos que una cuestión regional a la que debemos acostumbrarnos a observar y analizar desde ese lugar; no es Argentina vs Uruguay y viceversa, ni ambientalistas vs desarrollistas sin escrúpulos, uno y otro los encontramos en ambas orillas. La cuestión pasa por lo territorial, por aquello que ya no es solamente limítrofe sino de intereses compartidos de Estados cuya capacidad de control es en muchas circunstancias deficitaria, en otras casi nula, en muchas sorprendentemente cómplice de un desarrollo que tiene planeado llevarse muchísimo más de lo que proyecta dejar, hablando obviamente de divisas, ya que en lo respecta a la contaminación externalizada ocurre exactamente lo contrario.
Pero, ¿sólo en Argentina pasa esto de la falta de control, como en la cuestión de la industria pastera? Vayamos a nuestro hermano País al oriente del Río Uruguay, más precisamente a Juan Lacaze, Departamento de Colonia. Allí funciona FANAPEL, Fábrica Nacional de Papel de Uruguay; el hábitat del lugar es un envolvente olor a huevo podrido, igual que en argentina, aunque con una trascendencia mediática menor. En aquel lugar el sistema de control por parte del Estado es deficiente, como aquí, y lleva a los habitantes de la región a no creer nada de lo que las autoridades-empresas les digan, existe una desconfianza total. Cuando me refiero a región incluyo a argentinos y uruguayos dentro de una misma problemática irresuelta.

Si usted lee sobre este tema por primera vez deberá saber que Fanapel, controla los intereses de Celulosa Argentina, esto quiere decir que cuando alguien aquí dijo miremos hacia adentro antes de quejamos para afuera, no sabía que los uruguayos administraban esta empresa en suelo argentino; a su vez, posteriormente, Fanapel fue adquirida por el grupo argentino, Tapebicuá, mas luego fue captada por el grupo inversor Douglas Albrecht, o sorpresa… de origen estadounidense, grupo especialista en la explotación de recursos naturales en países emergentes. La historia no se detiene aquí, sino que se pone más jugosa. Tapebicuá tiene como director de Asuntos Institucionales y Legales del Grupo a José Urtubey, si, hermano de Juan Manuel, gobernador de Salta, que coincidencia, justo la Provincia con más problemas de desmonte. Conocidos del multimillonario Douglas Tompkins, “ecologista” (?) dedicado a la compra de grandes extensiones de territorio productivo en países de idénticas características a las de su coterráneo Albrecht, a su vez vinculado a la empresa norteamericana Trillium Co. conocida ahora como "Lenga Patagonia S.A. " en Tierra del Fuego, Argentina y "Forestal Savia" en Chile. La empresa Celulosa Argentina contamina muy de cerca la ciudad de Capitán Bermúdez, 22 km de Rosario, observamos tres provincias vinculadas a abuso de los recursos naturales y la contaminación, tres provincias, Santa Fe-Salta-Tierra del Fuego, tres partidos políticos, Socialismo-Justicialismo-ARI. Saque usted sus conclusiones.
Cómo las Asambleas Populares van a estar tranquilas, debemos darnos cuenta de lo que pasa, prestemos atención cuando sintamos estas dos palabras, Saqueo y Contaminación.
Veo esos editoriales que arremeten contra la actuación de las Asambleas Ambientales, y pienso: -No hay mejor defensa que un buen ataque.
A la vez me permito conjeturar que los asambleístas, al leer esos editoriales en su contra deben decir: -Ladran Sancho…
Lic. Carlos Mora*
*Licenciado en Gestión Ambiental, docente en distintos niveles de la educación. Profesor de la Cátedra de Política Ambiental de la Universidad CAECE. Documentalista en ciernes.

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